(TAREA IIPC/UNSAM)
José Antonio Suárez Londoño, dibujo, 2005.
He aquí el segundo número de la revista Passés Futurs. En el surco abierto por el primero, el conjunto de los textos incluidos se interrogan sobre los múltiples usos del pasado en el espacio público, las interacciones y confrontaciones entre diferentes formas de conocimiento del pasado y la responsabilidad que los historiadores (y, más en general, los intelectuales) tienen en esos procesos. La edición de esta segunda entrega estuvo a cargo de la parte sudamericana del Comité Editorial de la revista, lo que explica en parte la mayor presencia de casos de ese origen entre los análisis y debates propuestos. El motivo de ello no se encuentra en una vocación localista o provinciana, y esperamos que ello resulte evidente en la forma de tratar tales temas. Tampoco aspiramos a una visión banalmente global, que se constituya como una colección de temas curiosos reunidos de aquí y de allá. Muy por el contrario, aspiramos a develar conexiones entre problemas y enfoques de distintas procedencias, observar los mismos asuntos desde perspectivas cruzadas, con la convicción de que resulta difícil comprender lo que se quiere estudiar si no se lo observa, al menos de manera experimental, desde múltiples puntos de vista.
Las contribuciones incluidas en este número están divididas en distintos apartados. En primer lugar, un dossier gira en torno de la responsabilidad social de los historiadores, sus intervenciones y sus producciones. Segundo, la sección “En debate” está dedicada a la reflexión sobre las políticas públicas vinculadas con el pasado argentino reciente y su impacto en algunos sectores del campo historiográfico. En tercer término, hacemos públicas dos entrevistas realizadas a Jürgen Kocka y Carlo Ginzburg durante sus visitas a Buenos Aires en 2016: agradecemos a ambos la generosidad y disposición para dialogar con nosotros. Por otra parte, en la “Varia”, incluimos un artículo de Eric Michaud sobre los usos de la barbarie en la historiografía del arte del siglo XIX y otro de Carolina Vanegas sobre la figura de Policarpa Salavarrieta en las celebraciones del Centenario de la Independencia en Colombia. El número se completa con una serie de reseñas de libros publicados en los últimos años y vinculados con los tópicos referidos más arriba.
Los 31 dibujos que acompañan los textos de este segundo número fueron realizados por el artista colombiano José Antonio Suárez Londoño (Medellín, 1955) durante cada uno de los días de mayo del año 2005. “Ni un día sin una línea”, el proverbio de Plinio El Viejo que Suárez hizo suyo desde los inicios de su carrera, es llevado al plano más literal en la serie Planas, la cual realizó durante los 365 días de aquel año. Con esta obra, Suárez nos ofrece una medida del tiempo -entre muchas otras posibles- que está vinculada con su propia vida. Palabra e imagen se entrecruzan en estos pequeños dibujos, en los que todo parece flotar, en los que no hay arriba ni abajo, ni explicaciones o referencias literales que vinculen ese presente con acontecimientos trascendentes más allá de los de su propia vida. A pesar de la precisión de los dibujos, de las fechas y de la numeración interna, los dibujos no pretenden ser ilustrativos ni contar una historia.
José Antonio Suárez Londoño, dibujo, 2005.
Si quisiéramos asignarle un posible contexto que aluda a lo sucedido en la política colombiana durante 2005, podríamos decir que fue un año en el que continuó el fuego cruzado entre el ejército y los grupos guerrilleros y paramilitares en medio de la población civil. Un año en el que Venezuela y Colombia rompieron relaciones diplomáticas por causa de ese conflicto y en el que la corte constitucional aprobó la reelección presidencial que permitió al entonces presidente Álvaro Uribe aspirar a un segundo mandato. En este contexto, se podría proponer un sentido posible para las planas de Suárez Londoño: el del tiempo circular y repetitivo en la cuna del realismo mágico, en el que la clase política legisla para unos pocos y en el que la guerra parece no tener fin, incluso hoy, acuerdos de paz de por medio. Cada día de las Planas de Suárez Londoño queda condensado por el tiempo de ejecución de cada obra, un instante que se queda en el pasado y permanece para el futuro en cada dibujo.
José Antonio Suárez Londoño, dibujo, 2005.